viernes, 22 de mayo de 2009

LAS CARTAS ENCICLICAS


¿Qué es?


Una encíclica es una carta solemne que dirige el Sumo Pontífice a todos los obispos y fieles del orbe católico exponiendo la creencia y práctica de la doctrina cristiana.


Origen


La utilización de cartas para explicar la doctrina cristiana tiene su origen en las epístolas del Nuevo Testamento.


Función


Una encíclica sirve para informar a la iglesia entera acerca una cierta materia particular de importancia.


¿A quién están Destinadas?


Las Encíclicas, se dirigen normalmente a todos los Obispos y fieles de la Iglesia Católica, pero con frecuencia también van dirigidas a "todas las personas de buena voluntad".

Las Epístolas Encíclicas están dirigidas a un grupo específico de Obispos, por ejemplo a los de un país o región concreta, y conciernen a materias menos importantes.


Contenido


Una encíclica papal empieza y termina con palabras de felicitación y bendición, y son conocidas por su título en latín.

Las encíclicas pueden tratar temas doctrinales, exhortar o hacer un llamamiento a los fieles a la oración pública por un motivo concreto, o también conmemorar un aniversario importante de la Iglesia.


Las firma siempre el Papa, están escritas normalmente en latín, y se publican en las "Acta Apostolicae Sedis" y en libros en distintas lenguas.

El texto oficial latino se prepara en la Secretaría de Estado. El Santo Padre firma normalmente cinco ejemplares del documento.

El texto -en varias lenguas-, se envía a las Conferencias Episcopales de todo el mundo a través de los Representantes Pontificios. Durante muchos siglos, la oficina que ha preparado estos documentos se llamaba Cancillería de las Cartas Apostólicas. La Cancillería, que nació en el siglo IV, fue suprimida por Pablo VI con el motu proprio "Quo aptius" del 27 de febrero de 1973.



CARTA ENCÍCLICA RERUM NOVARUM (15 de Mayo/1891)


DEL SUMO PONTÍFICELEÓN XIIISOBRE LA SITUACIÓN DE LOS OBREROS


RESUMEN


Los rasgos más importantes de la “Rerum Novarum” son los siguientes.


A finales del siglo XIX la iglesia se encontró con un proceso histórico presente desde hace tiempo pero que en esa época alcanzaba su auge. El Factor de tal proceso lo constituyó un conjunto de cambios ocurridos en lo político, económico y social… El resultado de todos los campos había estado en el campo político, una nueva concepción de la sociedad, del estado y, como consecuencia, de la autoridad. Una sociedad tradicional se iba extinguiendo e iba formándose otra con la esperanza de nuevas libertades, pero con nuevas formas de injusticias y de esclavitudes.


En resumen una serie de cambios que no eran demasiado buenos para la sociedad ya que terminaría corrompiéndose.
La principal consecuencia de estos cambios era “la división de la sociedad en dos clases separadas por un abismo profundo”. Esta situación se enlazaba con el profundo cambio político. Y así, la teoría política dominante en aquella época trataba de difundir la total libertad económica con leyes adecuadas. Al mismo tiempo comenzaba a surgir otra organización política y social.


El momento culminante de esta contraposición llega con la gravísima injusticia de la realidad social, y el peligro de una revolución favorecida por las concepciones llamadas entonces “socialistas”.


Todos los males frente a los cuales quiere reaccionar la “Rerum novarum” derivan de una libertad que, en la esfera de la actividad económica y social, se separa de la verdad del hombre.


La actitud del Papa al publicar la “Rerum novarum” entrega a la iglesia una especie de “carta de ciudadanía” respecto a las realidades cambiantes de la vida pública, y esto se corroboraría aún más posteriormente .En efecto, para la iglesia enseñar y difundir la doctrina social pertenece a su misión evangelizadora y forma parte esencial del mensaje cristiano, ya que esta doctrina expone sus consecuencias directas en la vida de la sociedad y encuadra incluso el trabajo cotidiano y las luchas por la justicia en el testimonio a cristo salvador.


A continuación el Papa enuncia otro derecho del obrero como persona. Se trata del derecho al “salario justo” , que no puede dejarse “al libre acuerdo entre las partes ya que, según eso, pagado el salario convenido, parece como si el patrono hubiera cumplido ya con su deber y no debiera nada más.


Otra nota importante, rica de enseñanza para nuestros días, es la concepción de las relaciones entre el estado y los ciudadanos. La “Rerum novarum” critica los dos sistemas sociales y económicos: el socialismo y el liberalismo .Al primero está dedicada
la parte inicial, en la cual se reafirma el derecho a la propiedad privada; al segundo no se le dedica una sección especial, sino que - y esto merece mucha atención- se le reservan críticas, a la hora de afrontar el tema de los deberes del estado ,el cual no puede limitarse a “favorecer a una parte de los ciudadanos”, que representa indudablemente la gran mayoría del cuerpo social; de lo contrario se viola la justicia, que manda dar a cada uno lo suyo.


La relectura de aquella encíclica, a la luz de las realidades contemporáneas, nos permite apreciar la constante preocupación y de dedicación de la iglesia por aquellas personas que son objeto de predilección por parte de Jesús, nuestro señor. La encíclica sobre la “cuestión obrera” es, pues, una encíclica sobre los pobres y sobre la terrible condición a la que el nuevo y con frecuencia violento proceso de industrialización había reducido a grandes multitudes.


Los puntos más destacados de la “Rerum novarum” son:


· Nueva concepción de la sociedad, del estado y de la autoridad.
· Nueva forma de propiedad, nueva forma de trabajo.
· Libertas praestantissimus.
· Conflicto entre capital y trabajo.
· La paz se edifica sobre el fundamento de la justicia.
· El anuncio de la doctrina social de la iglesia.
· Dignidad del trabajador, la dignidad del trabajador calificado como personal y social.
· Destino universal de los bienes de la tierra.
· El derecho a crear asociaciones profesionales de empresarias y obreras.
· El derecho a la limitación de las horas del trabajo.
· Derecho al salario justo y necesario.
· El derecho a cumplir libremente los propios deberes religiosos.
· Recta concepción de la persona humana y de su valor único.

CARTA ENCÍCLICA QUADRAGESIMO ANNO (15 de Mayo/1931)



DE SU SANTIDAD PÍO XISOBRE LA RESTAURACIÓN DEL ORDEN SOCIAL EN PERFECTACONFORMIDAD CON LA LEY EVANGÉLICAAL CELEBRARSE EL 40º ANIVERSARIO DE LA ENCÍCLICA"RERUM NOVARUM" DE LEÓN XIII
A LOS VENERABLES HERMANOS PATRIARCAS, PRIMADOS, ARZOBISPOS, OBISPOS Y DEMÁS ORDINARIOS DE LUGAR EN PAZ Y COMUNIÓN CON ESTA SEDE APOSTÓLICA, A TODOS LOS SACERDOTES Y FIELES DEL ORBE CATÓLICO
RESUMEN

León XIII defiende a los obreros. A partir de la constatación de la miseria de éstos, de la explotación que sufren a costa del privilegio de los adinerados, de las falsas expectativas que aparecen por parte del mundo socialista de ese tiempo, plantea su indignación ética. No propone soluciones técnicas, pero sí da pistas humanas y evangélicas: un salario justo que alcance al obrero empobrecido para vivir (32-33), que no esté solamente determinado por el simple consentimiento de las partes, es decir, sujeto a las variaciones del mercado (32); una doctrina sobre el trabajo humano que tiene como fin procurarse algo para sí y poseer como propio derecho una cosa suya (3), un trabajo que es personal pues el hombre deja la huella de su persona en el mismo, un trabajo que es necesario para la vida y que no debe ser concebido como una mercancía más del mercado.

Habla del derecho a la organización, a asociarse para poder defender los justos intereses del trabajador; del rol del Estado y su obligación de reconocer el derecho a la organización de los obreros, a no impedir su existencia pues constituir sociedades privadas es derecho natural con la sola limitación de la deshonradez, la injusticia o la salud pública.

Estos y otros son los grandes temas del momento mirados por la Iglesia que ha decidido dar su opinión ética. León XIII afirmará que es deber de la Iglesia hablar sobre la cuestión social (12) pues pecaría gravemente si no planteara su posición y defendiera a los más débiles y postergados del mundo.La Rerum Novarum fue el inicio de esta forma magisterial que asumió la Iglesia para responder a la pregunta moral: qué hacer a fin de que los seres humanos, pudiéramos clarificar la acción en el mundo para construir la fraternidad, para que pudiéramos iluminar nuestros proyectos personales y colectivos a la luz del horizonte entregado por Jesús y su predicación del Reinado de Dios.

La Iglesia señala y actualiza la defensa del mundo, la doctrina del salario justo que debe alcanzar para vivir dignamente al trabajador y su familia. Se reafirma el derecho a la organización y el deber de lo mismo (35>. Se subraya el carácter social del trabajo y la necesidad de un orden social y jurídico que garantice su ejercicio. Esta Encíclica se caracteriza por su mirada global de la sociedad. Busca la restauración moral de la misma en un mundo que necesita de los apóstoles cristianos que colaboren en una reconstrucción de su entorno social.

Apela a los apóstoles obreros para que ganen para Cristo a sus compañeros (140) y ve la necesidad de que el clero, en una labor que no se reduce a la sacristía, eduque apóstoles del mundo obrero y patronalPROPONE:
Como remedio, se propone llevar a la práctica los principios de la recta razón y de la filosofía socialcristiana sobre el capital de trabajo y su mutua coordinación. Es necesario evitar tanto el individualismo como el colectivismo, sopesar con equidad y rigor el carácter individual y social del trabajo, regular las relaciones económicas conforme a las leyes de justicia conmutativa, con ayudas de la caridad cristiana y someter el libre mercado a la autoridad pública siempre que sea ésta última el garante de la justicia social dentro de un orden sano para todos.

Todas las propuestas de la encíclica se centran en la vuelta a la doctrina evangélica, de las que defiende su intemporal validez.

Algunas propuestas más concretas son:

Reforma ajustada de la economía a la razón iluminada por la caridad cristiana.

Colaboración mutua y armoniosa de todas las actividades humanas en la sociedad.

Reconstrucción del plan divino para todos los hombres.

El enriquecimiento es lícito siempre que no menoscabe los derechos ajenos.

"Ley de la templanza cristiana" contra los apegos desordenados, que son una afrenta a los pobres, y que se basa en "buscar primero el reino de Dios y su justicia".

"Ley de la Caridad", mucho más amplia que la pura justicia.

Igualdad radical de todos los hombres en la misma familia de hijos de Dios, encarnado en el hijo de un carpintero, para potenciar mutuo amor entre ricos y pobres.

CARTA ENCÍCLICA MATER ET MAGISTRA (15 de Mayo/1961)


DE SU SANTIDADJUAN XXIIISOBRE EL RECIENTE DESARROLLO DE LA CUESTIÓN SOCIAL A LA LUZ DE LA DOCTRINA CRISTIANA
A LOS VENERABLES HERMANOS PATRIARCAS, PRIMADOS, ARZOBISPOS, OBISPOS Y DEMÁS ORDINARIOS DE LUGAR EN PAZ Y COMUNIÓN CON ESTA SEDE APOSTÓLICA, A TODOS LOS SACERDOTES Y FIELES DEL ORBE CATÓLICO


RESUMEN


La presente encíclica trata del tema social con una dimensión mundial a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia, en donde no solo se conmemora y mencionan la “Rerum Novarum” y “Quadragesimo Anno”, sino que de acuerdo con los cambios de la época, se aclara en detalle, las enseñanzas de sus predecesores y la concepciónes de la Iglesia frente a los nuevos problemas que acontecían en el momento, entre los cuales se encontraba la confrontación sin moral, sin Dios y con violencia entre naciones que traía el aniquilamiento de la humanidad con el empleo de armas de destrucción masiva.


El desarrollo de la historia muestra cómo las exigencias de la justicia y la equidad atañen tanto a las relaciones entre trabajadores dependientes y empresarios o dirigentes, como a las relaciones entre los diferentes sectores económicos, y entre las zonas económicamente más desarrolladas y las zonas económicamente menos desarrolladas dentro de una misma nación; y, en el plano mundial, a las relaciones entre países en diverso grado de desarrollo económico-social.


Es así que el aspecto económico si se pretende construir justo desde el principio de la dignidad de la persona, no sólo debe depender de la abundancia y de la distribución de los bienes y servicios, sino de un bienestar, en donde se pueda hacer efectivo el derecho natural de la propiedad privada desde una dimensión ética sin importar a la clase social que pertenezca.


Con respecto a las clases sociales, los distintos sectores de la economía y el desarrollo, la presente carta habla de un trabajo de colaboración mundial social en donde se solucionen las desigualdades existentes y se genere una herramienta de construcción de relaciones de convivencia en la verdad, en la justicia y en el amor.


Por otro lado, la carta encíclica muestra el derecho de los trabajadores de sindicalizarse. Reafirma lo inaceptable del liberalismo. Reconoce la importancia de la familia. Resalta el destino universal de los bienes y la opción del orden social fundado en la justicia y en la caridad. Por primera vez destaca el problema del campo y sugiere algunas soluciones. Recuerda que la Doctrina Social de la Iglesia tiene como fundamento, causa y fin al hombre integral. En todo el documento aparece la necesidad de la justicia en los diversos niveles de la convivencia social

CARTA ENCÍCLICA PACEM IN TERRIS (11 de Abril/1963)


CARTA ENCÍCLICA DE SU SANTIDAD JUAN XXIII
SOBRE LA PAZ ENTRE TODOS LOS PUEBLOS QUE HA DE FUNDARSEEN LA VERDAD, LA JUSTICIA, EL AMOR Y LA LIBERTAD.


RESUMEN


La presente carta hace una profunda reflexión sobre las condiciones que han de imperar para que haya una verdadera paz en el mundo. Nos hace ver la común pertenencia a la familia humana y nos ilumina respecto a la aspiración de las gentes de todos los lugares de la tierra a vivir en seguridad, justicia y esperanza ante el futuro.


El papa Juan XXIII insiste que la paz no se logra infundiendo temor, miedo ni equipándose con armas (carrera armamentista, década del 60), con esto solo se logra que entre los pueblos hay egoísmo, odio, división, etc. Por lo cual plantea cuatro principios fundamentales para alcanzar la paz:


· La Verdad: Fundamento de la justicia.
· La Justicia: Marco de la Paz;
· El Amor: Motor de la Paz;
· La Libertad: Clima de la Paz. La Paz construida sobre el fundamento de la Verdad.


La presente encíclica tiene bien en claro el de defender a la persona, el bien común y la inclusión social de todos los hombres, además no solo fue escrita por lo que pasaba en esos tiempos (década del 50, 60), sino que tiene tanta vigencia en nuestros días que por ejemplo solo con observar nuestra realidad que vivimos tanto a nivel nacional y mundial.


En otro aspecto, critica una globalización acompañada de un capitalismo salvaje, ya que satisface los interese de pocos, que a su vez imponen un modelo de vida, en los cuales son muy pocos lo que entran a dicho sistema y no da solución a los que quedan excluidos. Dicho sistema no respeta los valores fundamentales del hombre ya que el mismo es una variable más de modelo. Por lo cual todas las naciones tienen igual dignidad y derecho a un desarrollo propio.


De esta misma manera invita no solo a los creyentes, sino a todos los hombres de buena voluntad a tomar acciones cristianas en donde se construyan valores que promuevan los derechos y los deberes para conseguir una vida digna y una paz mundial.

CARTA ENCÍCLICA GAUDIUM ET SPES ( 7 de Diciembre/1965)


DEL PAPA PABLO VI SOBRE LA IGLESIA EN EL MUNDO ACTUAL
RESUMEN


El texto nos expone con claridad la verdadera naturaleza de la autonomía de las cosas terrenas y subrayar que lo profano, tiene sus valores intrínsecos que el hombre tiene que conocer, ordenar y utilizar.

El texto quiere dejar bien claro el alcance de esta autonomía de lo temporal con dos puntos: a) Las cosas creadas, las sociedades, etc, tienen sus propios fines, leyes, medios y valor. Es Dios mismo quien ha dado a todas las cosas su manera de ser, sus propias leyes y un orden determinado. b) El hombre tiene el deber de aprender a conocer el modo de utilizar y organizar estas leyes, de respetar estos valores y conocer el método propio de cada una de las ciencias y las artes. Esa capacidad del hombre de utilizar y organizar las leyes físicas de la naturaleza, sabiendo respetar los valores de la creación, le da la garantía a la Iglesia de que es posible interpretar los “signos de nuestro tiempo” buscando la plena realización del hombre.

Por consiguiente, la justa autonomía reclamada por los hombres de nuestro tiempo responde perfectamente a la visión de Dios sobre el ser humano, que lo ha constituido como responsable de la creación y le ha dado facultad para someterla (Cf. Gn. 2) y responde además a la voluntad de Dios, que desea que su Iglesia emprenda un proceso de diálogo y apertura para una adecuada pastoral y evangelización del mismo. Ese querer divino debe ser descubierto adecuadamente en el proceso histórico de la humanidad y de la Iglesia y en la interpretación de los “signos de los tiempos”. El reconocimiento de la Iglesia de la justa autonomía de las realidades terrenas y su valor dentro del plan de Dios, como instrumento de edificación de una fraternidad universal, representa también un “signo de nuestros tiempos”.

El capítulo IV se presenta como el resultado de todo sobre lo que se ha venido reflexionando anteriormente: la dignidad del ser humano, la comunidad humana, la actividad humana en el mundo. Estos tres primeros capítulos se estructuran como pilares del cuarto capítulo que enfatiza el importante papel que juega la Iglesia en el mundo contemporáneo y por consiguiente su respuesta a los “signos de los tiempos” planteados anteriormente. Y lo confirma de modo más concreto al comienzo del mismo capítulo:

Este capítulo responde a la necesidad de presentar a la Iglesia a los ojos del mundo y sirve de prólogo a la segunda parte, en el que la Iglesia se pronuncia de forma directa sobre los problemas concretos del orden temporal más vitales para el hombre de hoy. Su objetivo es, por tanto, hablar de la Iglesia en cuanto que contribuye a la dignificación del ser humano y su protagonismo en la construcción y progreso de la comunidad social y el dinamismo humano sobre la historia terrena. El pueblo de Dios ha de manifestar su comunión con el mundo en el que está presente.

Lo que se quiere ver en este capítulo es cómo la vida de los cristianos está inseparablemente unida a las realidades mundanas y cómo la fe no puede ni siquiera subsistir si no está bien unida con la existencia diaria.

La función de la Iglesia en el mundo actual, de identificar, discernir y ofrecer respuestas convincentes a las preguntas del hombre contemporáneo y los “signos de nuestro tiempo”, es de vital importancia para una adecuada interpretación de la voluntad de Dios que busca la realización plena del ser humano.

El cuarto capítulo, enfatiza el deber y responsabilidad de la Iglesia de abrirse al mundo moderno, ver y escuchar los problemas del mismo y ofrecer respuestas a las grandes interrogantes, se presenta también como plataforma para el contenido que ocupará la segunda parte de su estructura en cuanto a temas concretos y urgentes para el hombre, como el matrimonio y la familia (No. 47 – 52), la cultura (No. 53 – 62), la vida económico – social (No. 63 – 72), la comunidad política (No. 73 – 73) y los problemas de la paz y la cooperación internacional (No. 77 – 90). Se trata de tareas específicas que a todos competen en la Iglesia y que deben ser llevados a cabo por medio del diálogo (GS 91 – 92) y a la luz del fin de la creación.

La Iglesia es consciente de las diferentes amenazas que atentan contra la estructura familiar – matrimonial, y su sentido cristiano. Es por ello que debe estar abierta y sensible a las diferentes manifestaciones, nuevas concepciones y prácticas de esta vocación, que está llamada a la santidad y a la realización humana plena.

Entre estas nuevas concepciones y experiencias matrimoniales que se constituyen “signos” de nuestro tiempo, aparecen con mucho énfasis hoy en día, problemas de paternidad irresponsable, métodos anticonceptivos opuestos a la promoción de la vida, el hedonismo y el placer egoísta en la intimidad conyugal, proyectos de vida matrimonial que tienden a ignorar la fecundidad como elemento integral del proyecto matrimonial, todos, “signos” actuales de nuestros tiempos.

La postura de la Iglesia hasta ahora ha insistido en que la finalidad del matrimonio debía estar en función de la fecundidad y la construcción de la familia, es decir que el fin primario del matrimonio es la procreación de los hijos y su educación:

“Por su propio carácter natural, la institución misma del matrimonio y el amor conyugal están ordenados a la procreación y educación de la prole” (GS. 48).
Para que el matrimonio subsista, afirma que, tanto el amor como el matrimonio mismo, tienden a la procreación, porque el amor tiende a la unión de los esposos, tanto física como espiritualmente, y esta unión lleva una ordenación a la procreación.

El tema de “la cultura” da continuidad, de alguna manera, al tema de la justa autonomía de las realidades terrenas que se desarrolla en el capítulo tercero de la primera parte del documento conciliar, en el que se hace énfasis en el importante protagonismo del ser humano como autor y artífice de las realidades del mundo contemporáneo y su llamado a construir una fraternidad universal desde la autonomía de las realidades terrenas, autonomía que gozan respecto de la religión y que la Iglesia está invitada a respetar.

CARTA ENCÍCLICA POPULORUM PROGRESSIO (26 de Marzo/1967)



DEL PAPA PABLO VI A LOS OBISPOS, SACERDOTES, RELIGIOSOS Y FIELES DE TODO EL MUNDO Y A TODOS LOS HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD SOBRE LA NECESIDAD DE PROMOVER EL DESARROLLO DE LOS PUEBLOS

RESUMEN

El desarrollo de los pueblos es necesario visualizarlo en todas las dimensiones para identificar con precisión cual es el problema que les aqueja.


Como problemas encontramos un hecho importante como lo es la gran diferencia que vemos en el mundo de sociedades pobres que claman con acento dramático su estado ante las sociedades opulentas.

Ante tal situación la Comisión Pontifica promueve programas concertados, basados en la dignidad humana acompañado por la justicia y paz en todo el mundo, en donde a las naciones en vía de desarrollo se les favorezca con ayudas gratuitas que les permita proveerse ellos mismos, para si mismos y así poder satisfacer las necesidades de un crecimiento no solo económico, sino autónomo, digno y social, en el cual la caridad universal y la solidaridad global son estrategias que ayudan a este fin.

La Doctrina Social de la Iglesia a diferencia de algunos movimientos políticos que han surgido en la historia, dice que no es menester una revolución violenta, pues no se puede “combatir un mal real con un mal mayor”(31), sino que debe haber una revolución en donde se utilice el dialogo, movimientos que vayan en busca de acuerdos bilaterales y multilaterales incorporados por un programa de colaboración mundial eficaz, que obviamente sirvan para que haya una reforma que trabaje mancomunadamente en un bien común.

Es necesario decir que la iglesia hace todas las anteriores afirmaciones con el fin de no mezclarse en la política de los Estados, sino de dar una visión cristiana a la luz del evangelio en donde haya valores como el amor, la amistad, la oración y la contemplación de las enseñanzas divinas, en donde el desarrollo no se vea solo desde la economía sino desde el punto de vista humano, de tal forma que éste sea global e instituya fraternidad entre naciones.

Por otro lado, es menester aclarar que en la presente encíclica hablan sobre la industrialización en donde dicen:

Necesaria para el crecimiento económico y para el progreso humano, la industrialización es al mismo tiempo señal y factor de desarrollo. El hombre, mediante la tenaz aplicación de su inteligencia y de su trabajo arranca poco a poco sus secretos a la naturaleza y hace un uso mejor de sus riquezas. Al mismo tiempo que disciplina sus costumbres se desarrolla en él el gusto por la investigación y la invención, la aceptación del riesgo calculado, la audacia en las empresas, la iniciativa generosa y el sentido de responsabilidad.

Pero una industrialización brusca puede dislocar las estructuras, que todavía son necesarias, y engendrar miserias sociales, que serían un retroceso para la humanidad.
Por lo anterior, sería injusto que se atribuyera a la industrialización misma los males que son debidos al nefasto sistema (neoliberal) que la acompaña. Por el contrario, es justo reconocer la aportación irremplazable de la organización del trabajo y del progreso industrial a la obra del desarrollo.

Por ultimo, se hace de gran relevancia mencionar que en el llamamiento final de esta carta encíclica, se invita a responder por el grito de angustia de desarrollo, al cual lo han denominado el nuevo nombre de la paz.