viernes, 22 de mayo de 2009

CARTA ENCÍCLICA SOLLICITUDO REI SOCIALIS (30 de Diciembre/1987)

DEL PAPA JUAN PABLO II AL CUMPLIRSE EL VIGESIMO ANNIVERSARIO DE LAPOPULOROM PROGRESSIO
RESUMEN
Sollicitudo rei socialis nos muestra un panorama más sombrío de la situación y de las expectativas socioeconómicas mundiales. Se agravan las diferencias entre el norte desarrollado y el sur hundido en la pobreza. La política de bloques, Este-Oeste, se muestra contraproducente para la solidaridad internacional. Prospera el armamentismo, la producción del negocio de armas, figurando a menudo como clientes de excepción, países hundidos económicamente en la miseria.

Incrementa su ciudadanía el cuarto mundo, el de los pobres entre los.Persiste el racismo. Se niega “el derecho de iniciativa económica sobrentendemos en los países del Este. Aparecen nuevas formas de pobreza, se niega el derecho a la libertad religiosa, el derecho a participar en la construcción de una sociedad, la libertad de asociación, o de formar sindicatos, o de tomar iniciativas en materia económica” (n· 15).

El fenómeno de la urbanización hace más agudo el problema de la vivienda. Aumenta globalmente el desempleo y el termino nuevo “subdesempleo”(N·18). Se agrava el problema de la deuda internacional. Siguen necesitando de profundas reformas y evoluciones tanto el capitalismo liberal como el colectivismo marxistas asistimos el empeoramiento, en magnitud y calidad, del problema de los refugiados, el crecimiento demográfico acelerado del tercer mundo y cuarto mundo hace mas difíciles las soluciones.Se degrada la naturaleza. Asistimos al escándalo del contraste entre la pobreza y miseria de las grandes mayorías, por un lado, y el “superdesarrollo”(N·28) y la adoración a la sociedad de consumo, por otro. Crecen los porcentajes de analfabetos y el hambre en el mundo.

Los pueblos y los individuos aspiran a su liberación, la búsqueda del pleno desarrollo es el signo de su deseo de superar los múltiples obstáculos que les impiden gozar de una vida más humana siendo pues la mayor importancia en la encíclica ayudar a los diferentes pueblos del mundo que no han sido capacitados para salir adelante y con estas encíclicas se le piden a los países mas fuertes para ayudar a los mas débiles.

Por tanto, no se justifican ni la desesperación, ni el pesimismo, ni la pasividad. Aunque con tristeza, conviene decir que, así como se puede pecar por egoísmo, por afán de ganancia exagerada y de poder, se puede faltar también ante las urgentes necesidades de unas muchedumbres hundidas en el subdesarrollo por temor, indecisión y, en el fondo, por cobardía.
Todos estamos llamados, más aún obligados, a afrontar este tremendo desafío de la última década del segundo milenio. Y ello, porque unos peligros ineludibles nos amenazan a todos: una crisis económica mundial, una guerra sin fronteras, sin vencedores ni vencidos. Ante semejante amenaza, la distinción entre personas y Países ricos, entre personas y Países pobres, contará poco, salvo por la mayor responsabilidad de los que tienen más y pueden más.

El papa también detecta algunos signos positivos del momento presente: la plena conciencia de la propia dignidad y la de cada ser humano en muchísimos hombres y mujeres; la preocupación por el respeto de los derechos humanos y el mas decidido rechazo de sus violaciones; la convicción de una radical interdependencia y por consiguiente, de una solidaridad que la asuma y traduzca en el plano moral; el respeto por la vida.

Respecto del humanismo del desarrollo, tras criticar peyorativamente denominada sociedad del consumo de consumo, distingue entre el “tener” y el “ser” para subrayar que lo primero debe estar subordinado a lo segundo. Tener objetos y bienes no perfecciona de por si al sujeto si no contribuye al enriquecimiento de su ser”, es decir a la realización de la vocación humana como tal”(N·28).

Cree el papa que hay una comunicación intrínseca entre el desarrollo autentico y el respeto de los derechos del hombre.

Es por eso que la última parte de la encíclica está dedicada a algunas orientaciones más concretas haciendo hincapié en la naturaleza propia de la doctrina social de la Iglesia que no se presenta como una ideología más sino como un conjunto de principios que aplican la teología moral al contexto sociopolítico-económico y así dar orientaciones a quienes puedan actuar a partir de esos principios. Tales principios son el destino universal de los bienes, el ya recordado de solidaridad y el principio de subsidiariedad .El Papa hace una invitación a las naciones a revisar, reformar y establecer formas de cooperación.

En la conclusión, Juan Pablo II hace un llamado a todos los cristianos y hombres de buena voluntad a trabajar con estos objetivos.

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